martes, julio 05, 2005

No Te Vayas de Vacaciones


No me vayas a decir que te vas de vacaciones. No, no puede ser así. Juntos casi tocamos las estrellas y tu me sales con que te vas de vacaciones. Hace frío esta noche y es extraño porque estamos en verano. Es nuestra última noche juntos y las estrellas titilan en el amplio negro que nos cubre las cabezas. Todo es imaginario, los besos, las caricias, los abrazos. No hay luna, todo sigue muy oscuro y continuamos observándonos, vigilándonos. No, no puede ser así. Justo ahora que vuelvo a sentir cosquillas en el estómago, tú me sales con ésta. Nos separaremos. Tú volverás a tu lejana ciudad y yo volveré a la mía. Te llamaré por teléfono y no contestará nadie, o tal vez lo haga una maldita máquina o una operadora. Me pides que te escriba, pero te marcharás... Si, lo se... sólo serán un par de semanas, pero no estarás ahí cuando piense en ti o cuando quiera verte reír. Te disiparás como el agua entre los dedos, te esfumarás y nunca sabré nada más de ti. A lo mejor terminaré olvidándote como lo he hecho antes, pero no quiero que eso ocurra, no ahora que he vuelto a sentir cosquillas en el estómago, ahora que he vuelto a pensar en flores y en paisajes paradisíacos. Por favor no te vayas, no te vayas de vacaciones. La noche se ha vuelto helada y te presto mi chaqueta. Tú has comenzado a llorar y te abrazo, aunque nos podrían estar espiando. Yo sé muy bien que esto no es correcto, pero es que nadie lo entendería. Te cantaré al oído esa canción que tanto te gusta, te escribiré poemas todos los días, te haré sonreír cada segundo de tu hermosa vida, pero por favor, no te vayas de vacaciones. Me dices que no importa, que disfrutemos nuestra última noche y que nos dejemos llevar por la brisa que calma nuestras ansias de darnos un beso. No puedo, sencillamente no puedo dejar de pensar en lo que vendrá mañana y pasado mañana. No se me ocurre un día sin ti, es decir, sin tus ganas de reír, sin tu respiración, sin tus piernas, sin... que se yo, tan sólo no te vayas, no te vayas de vacaciones. Ahora nos tomamos de la mano y salimos a caminar. Con cuidado, no hagamos ruido, no vaya a ser que despierten y nos vean. Las luces del pueblo son nuestras enemigas, pues no nos dejan contemplar las estrellas, nuestras únicas compañeras, las únicas que nos podrían entender. A estas alturas ya nada me importa, estamos lejos de todo, de todos. Tú te irás de vacaciones apenas llegues y yo me quedaré atado a mi cama, pensando en las cosas que debería haber hecho. Acércate, deja que te rodeé con mis brazos sedientos de ti. Lentamente invado el espacio que se me había prohibido y siento tu respirar en mi boca. Cierra los ojos y sube al tren, no importa que no haya boleto, no importa que no conozcas el destino. No hay necesidad de maleta, son pocos segundos y lamentablemente es un viaje con retorno. Mis labios te rozan la cara y dibujan las mariposas que he sentido todos estos días. El tren ha partido y no viajas sola. Los campos, los animales y las estrellas giran alrededor de tu ventana. No hay vidrio, no hay límite entre la fantasía y la realidad. Nuestras manos se unen y nuestros labios se revuelcan en un húmedo temporal. Un ‘te amo’ y un ‘yo también’, pero no es suficiente, nos separamos, amargo sabor. Discúlpame, pero es que no puedo evitar pensar que te irás de vacaciones. Abrázame y deja impregnarme de tu esencia, pero por favor no vayas a llorar, no lo hagas. Las estrellas no lloran, míralas brillar con euforia y alegría. Siempre pensaré en ti y cuando estés triste recuerda estos momentos y piensa tú también en mí. Ahora es hora de regresar, ven, dame la mano y movámonos despacio. Vete a tu cuarto y duérmete pronto, quizás podamos encontrarnos en un loco sueño igual al que estamos viviendo. Te beso la frente y te sigo con la mirada. Entras y te pierdes en la oscuridad. Ahora es mi turno, camino despacio pensando en ti, angustiado por tus vacaciones.

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