viernes, diciembre 16, 2005


Ríndele pleitesía a las sombras que ocultas bajo tu cama.
Nunca se sabe cuando puede ser tu primer día.
El primer día de cualquiera de esos días.
Tus días.
Sólo tus días.
De nadie más.
A ratos te inmiscuías por las sábanas de mi cama.
Yo te esparcía con mis ganas.
A veces con mis rabias.
Otra cosa es con guitarra.
Otra cosa es con mi cara.
De espanto.
De encanto.
De borracho.
Amanecía en una playa oscura.
Caían gotas extrañas.
Yo te abrazaba.
Tu no te negabas.

1 comentario:

Isabel Bertossi dijo...

Bonito el poema y muy hermoso el paisaje.
Saludos.